Opinión, Violencia de género, Feminicidio, Valencia, Miércoles 20 de junio de 2012, por Teresa Mollá Castells
Estoy muy enfadada y triste. Ha vuelto a ocurrir. Han asesinado a otra mujer. Esta vez ha sido en Salt (Girona). He leído la noticia en una red social y he ido a contrastarla en dos diarios de diferente tendencia editorial y los dos dicen lo mismo.
Hoy escribo desde la rabia, la desolación, las lágrimas y la profunda tristeza que me producen estos asesinatos. No puedo evitarlo. Es superior a mis fuerzas. Sencillamente no puedo entenderlo. Sigo sin entender que se siga matando a mujeres por el simple hecho de ser mujeres y de pretender su posesión absoluta sin dejarles a ellas margen para ser personas.
No quiero imaginar el calvario de todas ellas. Me duele el alma con sólo pensarlo. Y son muchas las que llevamos enterradas en este año. Según la Red Estatal de Organizaciones Feministas contra la Violencia de Género son ya veintinueve las mujeres asesinadas en lo que llevamos de año. Y de ellas hasta ayer, veintidós, las asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. Hoy, ambas cifras deben ser aumentadas con este nuevo caso.
Desde la rabia y la militancia activa en formación para la prevención de este tipo de terrorismo, así como en otros espacios, me sigo haciendo las mismas preguntas desde hace muchos, muchos años. Y, desgraciadamente para mi, siguen sin respuesta.
No entiendo los silencios cómplices. Silencios que escandalizan a quienes tenemos un compromiso vital con este tipo de terrorismo. Silencios que, soterradamente y con estudiados consejos y/o cambiando palabras siguen permitiendo y desvirtuando la lucha, pero sobretodo el sufrimiento de tantas y tantas mujeres y niñas. Silencios que llegan desde el gobierno, desde los gobiernos que intentan restar importancia a este tipo de terrorismo eliminando partidas presupuestarias para la prevención. Ministras que, deliberadamente, cambian el nombre para restar importancia al tema, Ministros que nos quieren sumisas y pariendo para quitarnos libertad para elegir ser nosotras quienes decidamos si queremos ser madres o no, si queremos ser rebeldes o no. ¿Dónde están hoy las voces de estos ministros? Seguro que si hubiera sido una víctima de un asesinato de origen político estarían ya sus voces en todos los medios de comunicación, condenando el asesinato y prometiendo justicia para quienes la lloran. Pero no es así. Es “sólo” una mujer más asesinada por su pareja. Cuánto dolor…
Dolor por estos silencios. Dolor porque, con ellos y sin una condena contundente por quienes nos gobiernan, no se hace patente el rechazo de esa clase social que nos pretende “rescatar” de no sé cuántas miserias, pero que olvida que la vida de las personas es importante. Y que debería valer lo mismo la de alguien muerto como consecuencia del terrorismo político, que la de una mujer asesinada por su pareja o expareja y que habitualmente habrá sufrido lo indecible antes de ser asesinada.
Dolor porque nadie de los que claman por la defensa de la vida abre la boca cuando la vida arrebata es la de una mujer a manos de su pareja o expareja. Dolor porque esas mismas personas que abogan por la dignidad de la vida siguen calladas cuando salen a la luz estas noticias. Dolor porque hablan de vida, pero nunca de libertades para elegir cómo vivir. Dolor porque les preocupa por encima de todo que se nazca, pero no cómo se vive después.
Y mucha rabia. Rabia por aquellos de faldas largas y negras que siguen lanzando desde sus púlpitos mensajes misóginos y aunque aparentemente neutros, siguen conteniendo violencia hacia las mujeres. Rabia ya no sólo por sus silencios, sino también por su desfachatez e incoherencia. Rabia por ver cómo ahora están gobernando nuestras vidas a través de un gobierno postrado a sus pies y entregado a sus creencias. Rabia porque con su hipocresía oculta debajo de sus faldas largas y negras siguen condenando a millones de mujeres de toda clase y condición a lo largo del mundo a un sufrimiento sin fin y, en demasiadas ocasiones producido por ellos mismos.
Siento tanta rabia y tanto dolor por este nuevo asesinato de otra mujer en Salt que hoy las lágrimas no dejan de fluir y al escribir libero un poco de tensión.
Llevamos años comprometidas con la prevención. La hacemos desde todos los ámbitos, intentando formar a profesionales de todos los campos y a la ciudadanía en general. Militamos desde lo más personal hasta los espacios público que podemos ocupar en cada momento. Denunciamos en todos los espacios que podemos y nos postulamos como defensoras a ultranza de las víctimas desmontando mitos que cotidianamente se repiten en nuestros espacios laborales o sociales. Y cada muerte es un mazazo, una especie de derrota que, aparte de reforzarnos en nuestra lucha, nos devuelve al estado transitorio del dolor, la tristeza y la rabia.
Pero hoy desde el dolor y la rabia yo acuso a quienes hipócritamente se callan y no defienden por igual la vida de todas las víctimas de los diversos terrorismos, y este es terrorismo machista.
Acuso a quienes no condenan estas muertes y sus silencios les hacen cómplices de estas muertes.
Acuso a los de faldas largas y negras por continuar predicando misoginia, desigualdad y, por tanto violencia desde los púlpitos.
Acuso a quienes amparándose en la falta de medios, imponen condenas que saben que no van a cumplirse a los criminales y asesinos.
Acuso a gobernantes de toda índole y condición que reducen presupuesto para la prevención de este tipo de terrorismo.
Acuso a quienes teniendo en su mano herramientas para la protección y reinserción de las mujeres víctimas, las dejan en el cajón por cuestiones políticas y partidistas.
Acuso a quienes se llaman defensores de la vida pero que en realidad pretenden controlar la vida de las mujeres, pero se callan cuando nos matan.
Acuso a quienes pretenden controlar nuestras libertades para elegir cómo queremos vivir, puesto que, con sus actitudes intentan criminalizar nuestra libertad como personas.
Acuso a quienes, con la excusa de la crisis reducen todo tipo de recursos para la sensibilización, la prevención y la formación.
Somos muchas las comprometidas y las que alzamos nuestra voz cada día para prevenir estas muertes. Seguramente mañana seremos más, porque la sensibilización que estamos realizando ahora, dará sus frutos dentro de un tiempo.
Pero hoy, desde el más profundo dolor y la rabia quiero, necesito gritar ¡BASTA YA! Vuestros silencios e inacciones os hacen cómplices de este tipo de terrorismo que se ha cobrado la vida de tantas mujeres.
Vuestra tolerancia con este terrorismo os hace culpables por no condenarlo tan abiertamente como el de origen político. Vuestra defensa de valores tradicionales os asigna el papel de transmisores de roles desiguales y violentos.